Clay regresa a Los Ángeles durante las vacaciones de Navidad. En el aeropuerto lo espera su novia Blair, por la que siente una profunda indiferencia. Un escueto mensaje de su madre sobre la mesa de la cocina y la nueva criada lo aguardan en casa. Enseguida intenta ponerse en contacto con Julian, su huidizo mejor amigo, que ha abandonado la universidad y coquetea con la heroína, pero no consigue encontrarlo. Sin nada mejor que hacer, se reincorpora a sus viejas rutinas: un frenesí de fiestas interminables, sexo sin miramientos y montañas de coca. Retrato de una sociedad en la que cada adolescente tiene su dealer y en la que las emociones se miden en fajos de billetes.