"¿Por qué la política y sus actores siempre nos decepcionan? ¿Por qué padecemos tal grado de desafección política? Y si el problema no son los políticos sino nuestra disonancia cognitiva: Queremos vivir en democracia, pero la voluntad popular es un mito. Anhelamos la igualdad, siempre y cuando no sea nuestra riqueza la que está en juego. Abogamos por la solidaridad, más cuando la recibimos que cuando la damos. Exigimos más seguridad, pero no si limita nuestras libertades. Y queremos una economía próspera, pero lo que nos hace más ricos a corto plazo, nos empobrece a largo plazo. Siempre se repite el mismo patrón: nuestro propio interés perjudica nuestra capacidad para alcanzar objetivos colectivos.