Una mujer buscando piso. Una peligrosa comida de negocios. Un flechazo inesperado cuando la vida ya es perfecta. La cálida conversación de una pareja antes de dormir o ese desconocido al fondo de la cafetería que puede ser un salvador. Estos son los escenarios en los que se mueven los personajes de estos relatos, patéticamente heroicos, supervivientes entrañables que se descubren atrapados en un punto en el cual solo pueden encontrar la salvación en la búsqueda de realidades alternativas. Para entrar a vivir fue la obra ganadora de la III Edición del premio Caperucita feroz. El jurado destacó en ella «la unidad estilística de sus cinco narraciones, una unidad que queda fijada en la retina mental del lector no como una naturaleza muerta colgada de un clavo en la pared, sino como un flujo vital de detalles que, gracias a un hábil uso de las perspectivas y a una sobresaliente capacidad para escuchar y dar voz, nos mueve siempre en la distancia justa para conocer y también desconocer a los personajes de estas historias».
