Wilma, una joven bruja, está deseando tener su primer GATO. Pero, como en la tienda de mascotas se acaban los gatitos, lo que Wilma se lleva a casa es un... ¡¿WÓMBAT?! ¡Es una gatástrofe! Un wómbat no se parece en nada a un gato. Quizá si le ponen unas orejas de gato a la pequeña cría, nadie se dé cuenta. (Spoiler: sí se dan cuenta). No siempre podemos llevarnos el gato al agua, pero a veces no conseguir lo que deseamos es incluso mejor.