En este libro el autor, tratando siempre de ser objetivo, narra lo que un zagal kurdo le confesó después de haberle conocido de forma casual o "accidental". Muchas veces las cosas que se manifiestan pueden ser o no verdad, pero sea como fuere, en este caso concreto, se deja al libre albedrío el pensamiento del lector para que los hechos narrados los aprecie como mejor le parezca. Al muchacho kurdo, que en parte es el protagonista de esta historia, se ha estimado conveniente ponerle el nombre ficticio de Nasri. Este, a través de reuniones y por escrito, le manifiesta al autor todo lo que le hicieron, tanto a sus familiares como a otros ciudadanos kurdos donde él habitaba. Todo ello, según sus versiones o confesiones, solamente por el mero hecho de ser kurdos. Varios aspectos puede que gocen de una plena y absoluta veracidad, y otras, sin embargo, sean consecuentemente partidistas.