"La feminización del mundo del vino ha empezado de verdad con la profesionalización de las mujeres. Bodegas que pasan de padres a hijas, enólogas con formación internacional, periodistas con nombre propio y sumilleres que han hecho de la sala su feudo gracias a la sensibilidad y su capacidad de comunicativa. El empoderamiento de la mujer no acaba comprando los vinos que antes compraban ellos, sino que es cuando ya no les importa hablar a su manera del vino. Y emocionarse, y ser femeninas sin dejar de ser grandes profesionales: porque ¿quién quiere ya copiar los estándares patriarcales? Solo falta que una mujer ejerza de sumiller embarazada y escupiendo el vino que cata y que no haga daño a la vista. Y que la maternidad no sea por tanto tiempo un freno a las ferias internacionales, a las catas en horario familiar. «¡Aquí hay demasiadas mujeres!», aún oigo... ¡Pues más van a ver! Y es que las mujeres tienen un gran pasado em el mundo del vino, com nombres y apelidos y un futuro prometedor en el mundo del vino.